La Fórmula Llena de Emociones en Real Estate

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“You only find out who is swimming naked when the tide goes out”. Warren Buffet 2001.

Me llamó la atención una presentación, a la cual asistí, sobre cómo se conectaban aquellas emociones personales con una inversión inmobiliaria. Aquí su explicación.

Primeramente, se habló de la preferencia que existe entre el público inversionista sobre el deseo de acumular capital.

No hay duda de que el capital es un elemento que las personas siempre prefieren ir acumulando. En el sector inmobiliario, esto lo podemos traducir cuando enfocamos nuestros esfuerzos hacia buscar mayores ingresos (o renta) y asumir menores costos, con el fin de lograr un resultado favorable en cada periodo del ciclo de vida de nuestra inversión. Obviamente, no debemos descuidar el principio de la administración financiera, en el que debemos procurar tanto un resultado positivo en las utilidades, como en la preservación del flujo de efectivo.

En segundo término, nos concentramos en la preferencia del riesgo que asumimos en cada inversión. Sin duda, y con el empleo de técnicas y herramientas financieras -como pueden ser el empleo de seguros, fianzas y otras-, buscamos reducir el riesgo de las inversiones al mínimo ante los retos que enfrentamos durante el desarrollo.

Finalmente, tal como lo dice la frase: “el tiempo es dinero”, no podemos descuidar el factor del tiempo. Según nuestro rol de inversores, tenemos una alta preferencia por querer que los retornos se realicen hoy y no necesariamente en el futuro; pues éste siempre trae incertidumbre.

Al conectar estas tres preferencias de inversión con la fórmula de valor que genera una inversión, según el método de flujos de efectivo descontados al presente, podemos observar claramente que estas preferencias están integradas en la fórmula y, a su vez, éstas con las siguientes emociones:

Ambición: Al preferir, en todo momento, un mayor flujo de efectivo para cada periodo; siempre buscando que éste sea mayor y no menor.

Miedo: Al buscar eliminar este sentimiento negativo, que nos provoca la incertidumbre de una inversión; lo que nos lleva a descargar el miedo en la tasa de descuento que empleamos en nuestras proyecciones.

Impaciencia: Los inversionistas queremos que los resultado nos salgan como lo proyectamos y que obtengamos los resultados “ahora”; no nos gusta esperar a afrontar ciclos desconocidos.

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